La vegetación de nuestras ciudades y espacios verdes son dignos representantes no solo del viaje de Magallanes, sino del de tantos exploradores y culturas como nos podamos imaginar.
Nuestras calles, parques y jardines guardan así la memoria, casi involuntaria, del devenir del ser humano por el planeta. Las plantas y árboles que encontremos nos sirven un poco para reproducir a escala urbana y local ese jardín a escala planetaria que es el viaje de Magallanes.
Con la intención de saber qué especies vegetales hallaron en su travesía, hemos recurrido en este proyecto a las crónicas que los propios tripulantes realizaron del viaje. En especial nos hemos detenido en el diario que realizó uno de los supervivientes de la expedición que culminó por tanto la primera vuelta al mundo, Antonio Pigafetta. Mediante las narraciones de este italiano podemos reconstruir el viaje, las paradas que realizaron, los paisajes que frecuentaron; por tanto, el mapa del periplo.
Pigafetta, con curiosidad humanista, anota en sus escritos cuestiones climáticas, costumbres de los pueblos, incluso hace pequeños diccionarios de las lenguas que va conociendo. Entre toda esta información, hemos buscado las referencias a plantas para, una vez localizadas, buscarlas en la ciudad de Sevilla. En ocasiones, la identificación de las especies es clara o al menos, si Pigafetta no las conocía, las comparaban con lo ya conocido, en una actitud por lo general muy característica de las crónicas de los viajeros de comienzos de la Edad Moderna, quienes, a diferencia de los medievales, se van preocupando por dejar constancia de que lo que escriben lo han “visto con sus propios ojos”, es decir, basándose en su experiencia.
Sin embargo, son todavía los inicios de la ciencia botánica moderna, por lo que la descripción es en realidad más intuitiva que objetiva. Nuestro trabajo ha sido en este sentido también interpretar esas descripciones. Así por ejemplo, a la hora de describir los plátanos malayos, Pigafetta anota cómo esos frutos son una especie de higos de más de un palmo de largo. No sólo sucede con plantas, también con animales hasta ahora nunca vistos de manera oficial por un europeo como el pingüino o el guanaco, que describe de forma divertida: este animal tiene la cabeza y las orejas de mula, el cuerpo de camello, las piernas de ciervo y la cola de caballo, cuyo relincho imita. Incluso, Pigafetta no sabe a veces si estaba delante de una especie vegetal: cuenta cómo de lo más extraño que vio en las selvas de Borneo fueron unos árboles cuyas hojas caídas tienen cierta vida, y cómo metió una de esas hojas en una caja que después de un tiempo abrió para ver cómo la hoja se paseaba por su interior, por lo que parece que Pigafetta confundió un insecto con una hoja. Toda esta y más información, relacionada ya sea con las crónicas de Pigafetta o con el carácter cosmopolita de las especies vegetales presentes en la ciudad de Sevilla, aparece recogida en las historias que de dichas especies se encuentran en la web plataforma Jardín Cosmopolita de Luces de Barrio, https://lucesdebarrio.gardenatlas.net/garden/jardin-cosmopolita/species/
El proyecto Pigafetta propone así recuperar la perplejidad de esa primera mirada con la que describe el cronista italiano, en una invitación a explorar de nuevo la vegetación que nos rodea. Un invitación en definitiva al asombro que supone tomar conciencia de que especies hoy vecinas antes se hallaban separadas por océanos.